El Día de la Victoria
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Plaza Roja de Moscú. Tropas provenientes de todo el mundo esperan impacientes el momento de las 12 campanadas para iniciar su marcha. Arriba, en el estrado, las autoridades de las dos máximas superpotencias intercambian palabras. Rostros añejos desfilan por las pantallas instaladas en las esquinas de la plaza, algunos con un rosario de medallas cosidas a su pecho. Es la celebración del 80 aniversario de la victoria del Ejército Rojo sobre las tropas nazis en la Segunda Guerra Mundial. Para esto los rusos han preparado una magna conmemoración invitando al presidente de China Xi Jinping a estar presente acompañado de un contingente militar de su país que desfilará por los adoquines del Kremlin.
Fue un día como hoy, 9 de mayo, pero del año 1945, cuando el ejército soviético comandado por el general Zhukov (1er Frente Bielorruso) tomó la ciudad de Berlín y colocó la bandera soviética en la cúpula del Reichstag. Ese día, la Segunda Guerra Mundial en el frente europeo llegó a su fin y la Gran Guerra Patria de los soviéticos terminó con una contundente victoria. No fue gratuito. Los rusos terminaron pagando cara su victoria: 27 millones de muertos entre militares y civiles nos hablan de un gran sufrimiento, pero a su vez de una tenacidad y heroicidad nunca vista en un conflicto bélico moderno.
Todo inició con la puesta en marcha de la Operación Barbarroja por Hitler el 22 de junio de 1942. Tres cuerpos del ejército nazi iniciaron una invasión masiva del territorio soviético. Al norte, se desplegaron por todo el Báltico y sitiaron la ciudad de Leningrado; al centro se dirigieron a Moscú y al sur se lanzaron sobre ucrania con el fin de tomar Stalingrado. El objetivo era derrotar en todos los frentes al ejército soviético y tomar los recursos de su país, aplastando al régimen comunista. Mediante el principio de la guerra relámpago, los alemanes pensaban que sería una guerra corta que duraría de tres a cuatro meses, algo similar a la aplastante derrota que le infligieron a Francia y su “inexpugnable” línea Maginot.
El avance alemán inicial pareció avalar estos cálculos. Fue arrollador. Sus ejércitos avanzaban vertiginosamente machacando todas las posiciones soviéticas sin tregua alguna. Sus soldados parecían no cansarse nunca y atacaban con una ferocidad inusitada. Era lógico. Por primera vez se tuvo noticia de una estrategia alemana utilizada en sus tropas consistente en un suministro masivo de metanfetaminas a sus soldados. El Pervitin, nombre de la droga, no solo les proporcionaba resistencia física a la fatiga, sino también un estado de alerta mejorado; psicológicamente reducía el miedo y la inhibición, elevaba la moral y reducía el estrés. Mediante esta arma química secreta, los nazis lograron alcanzar rápidas y aplastantes victorias en todas las batallas que sostuvieron frente a los rusos en las primeras semanas de combate y todo hacía parecer que la blitzkrieg (guerra relámpago) volvería a tener un éxito rotundo.
La inveterada mística rusa se sobrepuso, finalmente, y le dio a sus combatientes el ardor y el valor para resistir la embestida alemana. En agosto de 1942, después de 14 meses de iniciada la Operación Barbarroja, empezó el principio del fin del sueño alemán del Tercer Reich de mil años. Los rusos fueron capaces de lanzar una ofensiva conocida como Ofensiva Siniávino, la cual vino a desafiar por primera vez el poderío alemán. El sitio de Leningrado no fue roto, pero la ciudad tampoco fue tomada del todo por los alemanes, lo cual significó una derrota de las expectativas trazadas a través de la guerra relámpago. El sitio pudo ser roto por los rusos hasta el 27 de enero de 1944, iniciando ese día una marea imparable de ejércitos rumbo a Berlín, que no se detuvieron hasta alcanzar la victoria final en este día 9 de mayo, pero de 1945.
Esta victoria soviética comprobó que el uso de drogas para aumentar la combatividad de las tropas de los ejércitos no siempre da resultados. Esta estrategia sí fue muy efectiva en despliegues rápidos y cortos, pero a la larga resultó contraproducente. Esa escuela alemana dejó herencia, de tal manera que muchos ejércitos del mundo (específicamente el de nuestros vecinos del norte) siguieron con esas prácticas durante toda la segunda mitad del siglo XX, agravando el crónico y lesivo problema del tráfico de drogas en el mundo occidental. Tráfico que va de los países del sur (pobres) a los países del norte (ricos) y que es la causa de intermitentes estallidos de violencia y perenne violación del Estado de derecho en una región como la de America Latina y en un país como México.
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